Los primeros 1.000 días de vida son cruciales para el desarrollo del cerebro y la comida juega un papel importante.
Las formas en que se desarrolla el cerebro durante el embarazo y durante los dos primeros años de vida son como un andamiaje: definen literalmente cómo funcionará el cerebro durante el resto de la vida de una persona. Los nervios crecen, se conectan y se cubren con mielina, creando los sistemas que deciden cómo un niño, y el adulto en el que se convierte, piensa y siente. Esas conexiones y cambios afectan los sistemas sensoriales, el aprendizaje, la memoria, la atención, la velocidad de procesamiento, la capacidad de controlar los impulsos y el estado de ánimo, e incluso la capacidad de realizar múltiples tareas o planificar.
Esas conexiones y cambios tampoco se pueden deshacer. Cómo comienza el cerebro es cómo permanece.
El entorno en el que vive un niño y la forma en que se lo ama y se nutre es crucial para estas conexiones y cambios. La lactancia materna también puede marcar una gran diferencia, no solo porque la leche materna es el primer alimento perfecto, sino también por el estrecho contacto con la madre que forma parte de la lactancia.
También existen ciertos nutrientes que son necesarios para el desarrollo saludable del cerebro. Estos nutrientes incluyen:
Proteína. La proteína se puede encontrar en carnes, aves, mariscos, frijoles y guisantes, huevos, productos de soya, nueces y semillas, así como en productos lácteos.
Zinc. Curiosamente, el alimento que tiene más zinc son las ostras, pero también se encuentra en muchas carnes, pescados, productos lácteos y nueces.
Hierro. Las carnes, los frijoles y las lentejas, los cereales y panes fortificados, las verduras de hoja oscura y las papas al horno se encuentran entre las mejores fuentes de hierro.
Colina. La carne, los lácteos y los huevos tienen mucha colina, pero también muchas verduras y otros alimentos.
Folato Este nutriente, de especial importancia para las madres embarazadas, se puede encontrar en el hígado, las espinacas, los cereales y panes fortificados, así como en otros alimentos.
Yodo. Las algas son una gran fuente de yodo, pero también las obtenemos de la sal yodada, mariscos, productos lácteos y granos enriquecidos.
Vitamina A. Junto con el hígado, las zanahorias, la batata y las espinacas son buenas fuentes de esta vitamina.
Vitamina D. Esta es la “vitamina del sol” y la mejor forma de obtenerla es saliendo al aire libre. La carne de pescados grasos como el salmón lo tiene, al igual que el aceite de hígado de pescado y los productos enriquecidos con él, como la leche enriquecida.
Vitamina B6. Las mejores fuentes de vitamina B6 son el hígado y otras vísceras, el pescado, las patatas y otras verduras con almidón y las frutas (no los cítricos).
Vitamina B12. La vitamina B12 se encuentra naturalmente en productos animales, como carne, pescado, huevos y lácteos.
Ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga. Un ejemplo son los ácidos grasos omega-3. Estos se encuentran más fácilmente en pescados grasos y aceites de pescado, pero se pueden encontrar en algunos otros aceites y muchos alimentos también están fortificados con ellos.
Para algunas mujeres embarazadas y niños, obtener todos estos nutrientes puede ser un desafío. Las familias que son vegetarianas, especialmente aquellas que son veganas, pueden encontrarlo particularmente desafiante. Puede ser útil reunirse con un nutricionista. Muchas familias tienen dietas limitadas, ricas en almidón, sin muchas verduras o pescado. Las mujeres embarazadas y los niños pequeños de esas familias también pueden tener problemas para obtener todos los nutrientes cerebrales que necesitan.
Como país y como mundo, debemos trabajar juntos para asegurarnos de que cada niño tenga el mejor comienzo posible.